La CME alerta de que los países de ingresos altos concentran el 63% de la financiación mundial en educación a pesar de aglutinar solo el 10% de la población global en edad escolar

Bajo el lema “Reimaginar el futuro de la educación”, la Campaña Mundial por la Educación (CME) ha celebrado con un rotundo éxito su 7ª Asamblea Mundial en la ciudad sudafricana de Johannesburgo. Durante tres días, más de 180 delegados y delegadas de más de 130 países, en los que se encontraba España, se han reunido para profundizar sobre los obstáculos, los retos y las oportunidades para superar la exclusión, la discriminación y el empobrecimiento de la educación en todo el mundo, siendo la financiación educativa uno de los temas prioritarios que se han tratado.

En la Asamblea, la CME ha reunido a diferentes organizaciones, redes y coaliciones de la sociedad civil a nivel local, nacional, regional y global que representan a una diversidad de actores, que van desde estudiantes, profesores, jóvenes activistas, padres, madres, investigadores/as y académicos/as de todo el mundo. Una pluralidad que, desde su fundación hace 23 años, es considerada su gran fuerza e inspiración, ya que la convierte en un movimiento global con legitimidad e impacto probado en diferentes contextos.

Este encuentro mundial se ha llevado a cabo en un momento crítico para la educación. La pandemia de la Covid-19 ha profundizado los desafíos en torno al cumplimiento del derecho a la educación, dejando a millones de niños, niñas, adolescentes y personas jóvenes sin escolarizar y amenazando la consecución del Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) número 4 y la Agenda de Desarrollo Sostenible en general. Igualmente preocupante es el hecho que los recursos destinados a mejorar la educación sigan disminuyendo.

Esta política fue criticada durante la inauguración de la Asamblea por Leonardo Garnier, Asesor Especial de la Secretaría General de la Cumbre de Educación Transformadora de Naciones Unidas: “En la actualidad, no estamos invirtiendo lo suficiente en educación a nivel global. No es sólo eso, es que tampoco estamos invirtiendo equitativamente ni eficientemente”. Una realidad que queda reflejada en un impactante dato: El 63% de la financiación mundial se encuentra en los países de ingresos altos, que solo tienen el 10% de la población global en edad escolar. Otros temas de gran importancia que también sobrevolaron los distintos foros que tuvieron lugar durante las tres jornadas fueron la movilización mundial para lograr un nuevo pacto de financiación de la educación o los nuevos marcos de educación inclusiva y transformadora, teniendo en cuenta el aprendizaje y transformación digital.

Garnier también señaló que «la educación se enfrenta a una triple crisis: una crisis de equidad, una crisis de calidad y una crisis de relevancia», lo que provoca que el alumnado no esté aprendiendo lo que se necesita para vivir en un mundo cada vez más cambiante, complejo e interconectado, ni adquiera las competencias para afrontar los retos y las crisis actuales que van desde conflictos, crisis económicas y emergencias climáticas.

Esta situación alimenta la necesidad de abogar por un nuevo pacto social mundial sobre educación que también contrarreste el impacto negativo de su privatización y mejore la gobernanza mundial. Estas metas se unen al objetivo que persigue la CME orientado a que el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial se sienten a hablar sobre cómo los efectos negativos del endeudamiento, la fiscalidad regresiva y las limitaciones de la masa salarial del sector público que impiden aumentar el presupuesto están evitando que los países de ingresos bajos y medios garanticen una financiación adecuada de la educación.

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