Meta 9 del ODS 4: Aumentar el número de becas

La meta 9 insta a los Gobiernos a aumentar sustancialmente a nivel mundial el número de becas disponibles para los países en desarrollo, especialmente los menos adelantados, para que sus estudiantes puedan matricularse en estudios superiores y programas de formación profesional, técnicos y científicos, así como sufragar otro tipo de gastos relacionados con su formación (material, transporte, manutención, etc.).

En 2014, 2.800 millones de dólares de la Ayuda Oficial al Desarrollo a nivel mundial se destinaron a sufragar becas, pero sólo 386 millones estaban dirigidos a los países menos desarrollados, que paradójicamente son quienes con más urgencia necesitan este tipo de ayudas. De hecho, en 2014, la AOD destinada a becas que recibieron Argelia, China, la India, Marruecos, Túnez y Turquía (conjuntamente) era superior al volumen total de ayuda directa a la educación básica destinada al conjunto de los países de renta baja. A través de la meta 9, los Estados se han comprometido a  dar la vuelta a estas cifras, incrementando el volumen de sus fondos de AOD destinados a becas, y sobre todo redirigiéndolos a los países que más lo necesitan – aquéllos con mayores carencia y a los que contar con un mayor número de personas cualificadas en los ámbitos técnico, científico y tecnológico permitiría no sólo mejorar la vida de estas personas, sino el desarrollo económico del conjunto de la sociedad de una manera más equitativa e inclusiva.

No obstante, contar con sistemas de becas que dispongan de suficientes recursos y que permitan el acceso a la educación a los colectivos más vulnerables es una cuestión fundamental no sólo para los países menos desarrollados. De hecho, esta meta adquiere mayor relevancia debido a los recortes sufridos en los últimos años en las ayudas y becas al estudio que han debilitado la educación pública. En nuestro país, entre 2010 y 2012 el gasto en educación se redujo un 12% frente al 3% de la media europea. Estos recortes han afectado especialmente a los colectivos más vulnerables, ya no solo en el acceso a la educación, sino también a la permanencia en los centros educativos, que queda plasmado en altos índices de abandono escolar.

Debemos recordar que la educación es la herramienta más potente para reducir desigualdades pero siempre y cuando esta educación facilite el acceso a los colectivos más desfavorecidos porque en el caso contrario, ampliará la brecha de desigualdad económica existente.

Las becas y ayudas dentro del sistema educativo equilibran las diferencias existentes entre los diferentes colectivos de la sociedad al proporcionar más a las personas que menos tienen y ayudan a hacer efectivo el derecho a una educación gratuita y de calidad para todos y todas. Mientras los servicios públicos equilibran la balanza de la desigualdad en todo el mundo, las tasas y los servicios privados tienen el efecto contrario, beneficiar a las personas más ricas.

Invertir en educación pública es, sin duda, uno de los mecanismos clave para reducir las desigualdades sociales que actualmente existen en el mundo. Sin financiación no es posible construir un sistema educativo universal y de calidad que no deje a nadie atrás y es al Estado a quien corresponde garantizarla.